jueves, 17 de julio de 2008

Vicio al vicio, placer al placer

Keilma Rojas

Cada ser humano es único, cada cabeza es un mundo, cada quien hace de su vida un saco y se mete en él, por tanto cada individuo tiene visiones particulares de lo que capta a través de sus sentidos. Con frecuencia coincidimos con otras personas sobre la manera de ver y vivir la vida y estas coincidencias nos han permitido tener un mínimo de acuerdo para convivir.

Le hemos puesto nombre a las cosas, a los acontecimientos, a todo aquello que percibimos. Incluso lo que no está o asumimos que no está lo llamamos: nada. Una de esas cosas en la que estamos de acuerdo es las definiciones de ciertos términos como vicio y placer. Decimos que vicio es la afición excesiva por algo que nos perjudica y al hablar de placer nos referimos a una sensación agradable por algo que nos satisface.

Se puede decir entonces que, por definición, vicio es vicio y placer es placer. Sin embargo, hay quienes consideran que lo que para unos ojos es vicio, para otros es placer. Unos sostienen que no puede producir placer algo que te destruye, algo de lo cual eres totalmente dependiente, que te maneja a su antojo y en muchos casos te puede llevar a la muerte. Otros dicen que somos un mundo de diferencias y las interpretaciones de lo que es vicio y placer varían de un individuo, o grupo de individuos, a otro.

El vicio no puede ser placer en ningún ojo porque te deshumaniza, te degrada como persona, te hace caer una y otra vez a los pies de una droga, de un juego de azar, etc. El placer te hace sentir bien sin pedirte a cambio tu humanidad para convertirla en porquería. Vicio y placer seguirán siendo lo que son, lo que puede cambiar son las acciones que se consideran vicio y las que se consideran placer pero siempre bajo las premisas de que el primero te destruye y el segundo no.

El texto va dirigido a aquellos individuos que consideran que vicio y placer son términos relativos.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

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