Yimmi Castillo
El manejo del discurso es una arte que pocos dominan. La capacidad de influir y provocar reacciones en los demás mediante las palabras es un don que pocos tienen, y menos aún los hay quienes lo saben usar.
El arte de convencer con las palabras permite al orador provocar reacciones deseadas en el auditorio, crear en el otro cierta predisposición, favorable o no, al tema que se está discutiendo. Es un don manipulador y peligroso, que muchas veces puede herir y hasta matar si así se desea. Es una lucha por atraer el mayor número de audiencia posible, donde a veces se libran batallas despiadadas por tener el dominio. Una especie de imperialismo de conciencias y de opiniones.
Muchas veces nos encontramos con oradores que tienen puntos de vista encontrados, y que provocan confusión en la audiencia, al tener dos personas con un excelente dominio de la palabra y que usan argumentos tan convincentes que nos es posible decidirse por quién inclinarse. Usan el discurso de tal manera que neutralizan el discurso del contrario y así sucesivamente. Puro canibalismo intelectual.
El uso correcto de las palabras nos abre una gran oportunidad para influir en los demás, para neutralizar opiniones contrarias e inclusive para corregir errores propios. Es el don supremo del ser humano, es lo que nos da el dominio, no solo sobre la tierra, sino también sobre la humanidad. Es el arma del inteligente: una metralla de palabras.
(1er semestre - Castellano I - 01-2004)
El manejo del discurso es una arte que pocos dominan. La capacidad de influir y provocar reacciones en los demás mediante las palabras es un don que pocos tienen, y menos aún los hay quienes lo saben usar.
El arte de convencer con las palabras permite al orador provocar reacciones deseadas en el auditorio, crear en el otro cierta predisposición, favorable o no, al tema que se está discutiendo. Es un don manipulador y peligroso, que muchas veces puede herir y hasta matar si así se desea. Es una lucha por atraer el mayor número de audiencia posible, donde a veces se libran batallas despiadadas por tener el dominio. Una especie de imperialismo de conciencias y de opiniones.
Muchas veces nos encontramos con oradores que tienen puntos de vista encontrados, y que provocan confusión en la audiencia, al tener dos personas con un excelente dominio de la palabra y que usan argumentos tan convincentes que nos es posible decidirse por quién inclinarse. Usan el discurso de tal manera que neutralizan el discurso del contrario y así sucesivamente. Puro canibalismo intelectual.
El uso correcto de las palabras nos abre una gran oportunidad para influir en los demás, para neutralizar opiniones contrarias e inclusive para corregir errores propios. Es el don supremo del ser humano, es lo que nos da el dominio, no solo sobre la tierra, sino también sobre la humanidad. Es el arma del inteligente: una metralla de palabras.
(1er semestre - Castellano I - 01-2004)
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