sábado, 19 de julio de 2008

Tres niveles de pobreza

José Court

No todas las carencias son de dinero o de alimentos. En alguna plaza de una ciudad cualquiera, camina con la cabeza gacha algún individuo decepcionado al descubrir que su celular es obsoleto en comparación con el de su mejor amigo. Varias cuadras más abajo, algún caballero se lamenta al descubrir que, tras veintitantos años de actividad laboral, aún no se siente satisfecho con el rumbo de su vida. Únicamente si seguimos recorriendo calles encontraremos al más evidente de todos los personajes con carencias: hundido debajo de un manojo de ropas y papel viejo, medita un vagabundo sobre la galleta salada consumida por un semejante varias cuadras más abajo.

Los tres hombres tienen una cosa en común aparte del mismo sufrimiento: todos son pobres. Con sólo leer lo anterior, cualquier analista económico o dirigente político pegaría un grito al cielo, apresurándose a ponerle epítetos negativos al responsable de la afirmación, los cuales, muy probablemente, no subirían del peldaño de la “locura”. No tiene nada de raro. Se ha creado un consenso en nuestras sociedades modernas, en el cual la pobreza es un fenómeno de puro carácter económico. Nada más lejano de la realidad.

Efectivamente, el término, muy mentado por cuanto diario circule en el globo, nos remite todos al soñador mendigo descrito varias líneas atrás. No en balde, la condición puede estar presente en cualquier estrato social. Lo que cambia en cada caso es la circunstancia o tipología de esta situación, que puede pasar de la mera escasez monetaria a la abstracta pobreza espiritual. Con esta perspectiva, no queda más que preguntarse dos cosas: ¿Cómo definir la pobreza? ¿Cómo discernir entre aquello que merece ser bautizado como pobreza y lo que no?

Desde luego, la pobreza viene a ser toda aquella carencia que priva al ser humano de desarrollarse en algún área de su vida, ya sea externa o interna. Dicha definición no saldrá en ningún diccionario socioeconómico, por lo que no hay fuente que nos remita a tal definición.

El mendigo, sin trabajo, sin recursos suficientes, sin ropa ni nada parecido, jamás podrá salir de su foso solitario. Vivirá siempre en una eterna incertidumbre, dedicará sus esfuerzos a sobrevivir y se limitará a tener la misma rutina de algún otro ser de la escala biológica. Para un alce, un perro o un gato, tal cosa no tendría problemas, pero para un ser humano es una aberración. En otras palabras, desperdiciará su vida, no su vida biológica, sino su vida emocional e intelectual. Allí está, en cierta forma muerto, sin que esto sea necesariamente su culpa. Esto debe ser cambiado, sin embargo no basta con estancarse en estos casos.

Aquel que vive obsesionado por destacarse, mediante sus riquezas, sus pertenencias y concibe a la sociedad como una guerra de prestigio a todo precio, también es pobre. No lo reconocerá, se sentirá insultado y, muy probablemente, elegirá no dirigirle la palabra a aquel que de esa forma lo llame. Su negación no lo desprenderá del vicio que consume su vida: pobreza de valores. Es perfectamente comprensible que alguien desee vivir mejor, salir de una casucha estrecha a una donde pueda desenvolverse bien. Eso no es cuestionable, pues implica deseos de superación y ganas de cambiar polos negativos por positivos en el imán de la existencia. Lo cuestionable es que el único objetivo de la vida sea llegar de primero en todos los renglones de la superficialidad, sin importar lo que eso cueste y a quien se perjudique. Sin duda, este déficit de valores tampoco permite a las personas desarrollarse por completo.

El último caso parecerá raro y podría cuestionarse, mas recordemos que somos una especie compleja, con ámbitos que no pueden ser alcanzados por la sonda del raciocinio. Tenemos una faceta espiritual que debe ser alimentada, al igual que necesitamos comida para subsistir. Desde pequeño se nos enseña que lo esencial es estudiar para conseguir empleo, ganar dinero, tener familia, tener hijos y enviarlos a la escuela. Por supuesto, son aristas de la vida valiosas, pero no son las únicas. Necesitamos algo de espacio para dedicarnos a aquello que nos satisfaga internamente y le de más sentido a nuestras vidas. ¿Cuál es ese cáliz sagrado que nos falta? Depende de la persona. No obstante, una cosa queda clara: no es tangible. Puede ser la literatura, el diseño, las matemáticas o hasta otro empleo. Todo eso visto con una mirada diferente. No para acumular ceros en el banco ni fama. Simplemente para llenar nuestro vacío espiritual, acción a través de la cual lograremos sentirnos plenos y otorgarle a nuestras existencias mayor sentido, escapando de la fórmula simplona que nos inculca la sociedad. Sólo así se supera la pobreza de corte espiritual.

Como puede verse, la humanidad se ve afectada por más tipos de pobreza de los que usualmente cree. No se pretende con esto incrementar las preocupaciones ya bastante grandes dejadas por la penuria económica, sino dejar una reflexión sobre nuestra sociedad para poder cambiarla. Y para eso debemos trascender de la básica pobreza económica hasta las necesidades más profundas del ser humano: las espirituales y de valores. Tomándolas en conjunto, lograremos mejores resultados que si nos enfocamos tan sólo en la más elemental. Será más complicado, pero valdrá la pena el sacrificio. A menos que prefiramos seguir el adagio de Giacomo Leopardi: “La ignorancia es la mayor fuente de felicidad”. Lástima que eso no sirva para el mendigo, el insatisfecho y el superficial.

(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

La última decisión de la vida

José Court

A cualquier persona que se le plantee la posibilidad de subirse a la balsa de Caronte, lo más probable es verla respondiendo con una santiguada o un toque a la madera. Es francamente raro encontrarse a alguien que se lo tome en serio y no sea un potencial suicida con intenciones de quitarle ese adjetivo al vilipendiado sustantivo. Es normal el miedo a la muerte, quizás como una protección biológica o como un simple temor a lo desconocido, pero, en ocasiones, confluyen causas y efectos que echan por tierra toda pretensión de continuar entre los avatares de la vida humana.

Ahí se cae de plano en el dilema de la buena muerte o la mala muerte. Desde allí los ideales cristianos de la santidad del alma y la vida se ven igual a un montón de troncos huecos, sin salvia ni mucho menos sustancia. Atado a un dolor reincidente o a la pasividad definitiva de la quietud, todo lo anterior es rebasado, quedando una existencia muy atormentada en la que ya no es posible disfrutar a plenitud. Efectivamente, hay algunos que siguen adelante con la situación irrecuperable, tal vez con la ayuda de los gustos o el apoyo incondicional de una familia. Sin embargo, no a todos les va tan bien, con lo que terminan sintiéndose atrapados en un laberinto de pesar. Son ellos los que entran en la trampa de la duda, no sólo la propia, sino la de quienes los rodean que, muchas veces, cuestionan sus decisiones.

“Huir del dolor y de las pruebas de esta vida es una debilidad; porque en este caso no se sufre la muerte porque sea cosa grande sufrirla; sino que se la busca únicamente, porque se quiere evitar el mal a todo trance”, escribió Aristóteles alguna vez en su obra “Ética a Nicómaco”. Bien puede sonarle consistente a simple vista a alguien que lea el contenido del libro o que la consiga de pasada en un tratado filosófico y que jamás haya pasado por semejante disyuntiva. No obstante, ¿acaso esos que cuestionan la eutanasia han estado en la desesperante crisis de Ramón Sampedro? Es imposible prever de qué manera reaccionaríamos si, por una razón u otra, cayésemos en el mundillo recreado por Alejandro Amenábar en Mar Adentro. Algunos elegiremos la vida, difícil, pero vida. Otros nos inclinaremos por la eutanasia. Paradójicamente, ambas opciones tienen una misma característica: sus ejecutantes las siguen en busca de dignidad y eso es respetable.

Los detractores muchas veces equiparan el suicidio y eutanasia en una misma categoría. En efecto, tienen bastante similitud en la superficie de sus mares, sin que eso implique el hecho de ser tratadas de la misma manera. Caso contrario sucede en las profundidades, donde permanecen sumergidas anclas de diverso material. En el primer caso, el suicida generalmente actúa afectado por problemas externos a sí mismo: una traición novelesca, una decepción existencial o un fracaso de enorme magnitud. En el segundo caso, el individuo sufre de un inconveniente que mutila la vida hasta convertirla en algo incompleto. Como se ve, las diferencias son sustanciales.

La polémica en este asunto se extiende más allá de las implicaciones éticas del que sufre, ya que también afecta al cúmulo de semejantes que lo rodean. A veces, los médicos se oponen a dar la dosis letal, siendo fieles observantes de la doctrina de Hipócrates, y los familiares religiosos temen por la “ira divina” y sienten que le hacen mal a su congénere. Es otro temor justificado, después de todo cierto adagio tiene raíces muy fuertes en sus psiques: “No hagas a los demás, lo que no quieres que te hagan a ti”. Éste no es el caso, pues, como ya se dijo, se trata de una decisión personal del afectado, por lo que galenos y creyentes no deben sentirse culpables. Mucho menos sentir que recibirán una llamada telefónica del infierno, en el caso de los segundos. Tal pesadilla sólo deberían tenerla si la muerte al otro hubiese sido en contra de su voluntad. En ese caso la libertad de elección habría sido pisoteada, de manera que el rechazo sin duda sería casi de todos.

En el mundo, la mentalidad sobre el particular parece irse orientando cada vez más en este sentido. Tanto es así que ya existe un puñado de países con legislaciones que dejan la última palabra en la boca del individuo, en lugar de ubicarla en grupos y organismos lejanos e incapaces de tocar la puerta de la empatía. Entre esas naciones se encuentran Holanda, Bélgica y Colombia, por sólo citar algunas, así como el territorio de Oregon en Estados Unidos. Es poco para las casi dos centenas de repúblicas que aún no lo hacen, pero ya se marca una tendencia francamente evidente.

Es loable el auge que se está teniendo de respetar la voluntad de los ciudadanos, constituyendo un verdadero avance en la soñada y todavía utópica meta de la igualdad ante la ley. Estas nuevas normativas que se vayan elaborando deben ser realizadas con suma precisión y detalle. No tanto por el hecho mismo de lo que están aprobando, sino más bien por los provechos que lograrían terceros en caso de excesiva ambigüedad. Tal cual se parece sacar beneficios de la vida artificial prolongada, también podría repetirse lo mismo con el acabamiento de la misma, lo cual constituiría un envilecimiento de la práctica de la eutanasia.

(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

jueves, 17 de julio de 2008

Legalicemos el aborto

Keilma Rojas

Por supuesto que el aborto reivindica a la mujer en su derecho de elegir dar a luz o no hacerlo, pues acá no importa si esa elección es correcta o no. Lo verdaderamente importante es quitar las cadenas que han oprimido al género femenino desde que el mundo es mundo.

Una vez reivindicados los derechos de la mujer es irrelevante si ésta se suicida al mes, lo importante es que su derecho no fue violado y que se eliminó la posibilidad de traer un niño al mundo con malformaciones que no tiene nada que hacer en este lugar, donde estamos tan bien formados que tenemos dos guerras mundiales encima y, próximamente, nos mataremos por el agua.

Vamos todos a exigir la legalización del aborto pues las mujeres serán respetadas, aún cuando ese respeto sea ganado a costa del irrespeto del ser que está en su vientre y que es potencialmente racional. A fin de cuentas, no sabemos nada de ese niño, ni siquiera sabemos si es mujer. En caso de que sea mujer ella no importa, la que sí importa es la que decide eliminar lo que le estorba.

Sin duda alguna, abortar sería un paso necesario para lograr la igualdad entre hombres y mujeres que tanto merece el género femenino. Ya no seremos más el sexo débil, podemos matar e imponernos con fuerza. Al decidir abortar reducimos la posibilidad de que nazcan los futuros criminales, terroristas y violadores, aunque también se reduce la posibilidad de que nazcan los científicos que crearán la cura contra el SIDA y la harán accesible a todos los estratos económicos. Pero esto último no es relevante pues como rezan los dichos populares “más vale pájaro en mano que cien volando” y “es mejor prevenir que lamentar”.

(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

¿A quién le importa?

Keilma Rojas

Lorena vive en un terrible barrio valenciano, tiene 28 años de edad y 5 hijos preciosos a quienes alimentar. Cuando tenía sólo dos hijos pudo trabajar limpiando casas, pues la patrona le permitía tener a sus dos niños con ella mientras hacía los trabajos del hogar. Actualmente, Lorena no puede ir a limpiar casas con sus 5 hijos, por eso, se dedica a la prostitución mientras su hija mayor se encarga del cuidado de los otros niños.

Este ejemplo nos resulta familiar. No sólo en Venezuela, sino en Latinoamérica y Centroamérica. Este tipo de prostitución es conocida como prostitución forzada por las condiciones socioculturales, existe otra donde se trafica personas para obtener dinero y otra en la que la persona decide prostituirse voluntariamente. En todos los casos, el fin es el mismo: conseguir dinero u otro tipo de retribución.

Los casos de prostitución son condenados por un número significativo de personas, son individuos que jamás permitirían que sus hijos trabajaran como prostitutos (as), antes muertos que tener a una hija como dama de compañía. Estas personas que critican la prostitución sea cual sea el caso, deberían conocer a Lorena, pues se llenan la boca llamándola puta, pero no hacen nada para cambiar su situación.

Nuestra sociedad se sienta a dar golpes de pecho y a llorar por la manera como el mundo se destruirá por las acciones de personas sin moral, pero no hacen más que eso. Se lamentan, se preocupan pero no se ocupan.

En vez de descalificar a quienes se prostituyen, deberíamos conocer las causas de sus acciones, mejorar sus ambientes y tener una participación activa en la solución de los casos donde la prostitución es en contra de la voluntad propia. Nos lanzamos a las calles por defender el aborto, hay grandes movilizaciones para exigir el derecho de los homosexuales y las lesbianas, actualmente una diputada de la Asamblea Nacional de nuestro país propone otorgar un sueldo mínimo a las amas de casa y… ¿Quién hace algo por las prostitutas? ¿Por crear estrategias para que casos como los de Lorena desaparezcan? Parece que nadie, pues cada vez son más jóvenes las mujeres y hombres que venden sus servicios sexuales a cambio de dinero.

Ya nuestros países tienen suficientes habladores de “grama seca” que dicen y dicen, pero no hacen nada. Si realmente queremos solucionar los problemas, debemos hacer, actuar y participar de estas soluciones.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

Aborto = Asesinato

Keilma Rojas

El ser que comienza a formarse en el útero es potencialmente racional, es un ser que viene al mundo para ocupar un lugar en una sociedad específica, es un individuo y por tanto debe ser respetado.

El derecho a la vida es el primero que se encuentra consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y todo atentado contra ella (la vida) debe ser penalizado. Por tanto, el aborto provocado no debe legalizarse pues se estaría legalizando un crimen atroz. El aborto debe ser pagado con cárcel.

¿Quién debe decidir cuándo la vida de otro tiene que acabar? ¿Quién tiene la potestad para detener el proceso de gestación? ¿La madre del niño porque ella es la que lo lleva en su vientre? ¿El padre del niño porque contribuyó a su fecundación? ¿Un tipo que dice llamarse médico por considerar que el niño podría no tener una vida “normal”? Pues al diablo con tanta estupidez. Nadie es dueño de nadie. La vida que se está eliminando es pertenencia de ese individuo, sólo de él y nadie más decide que hacer con ella. Socialmente, el rol de la madre está definido y por ningún lado dice que ésta es dueña de la vida de sus hijos y por tanto puede matarlos. Igual sucede con el rol del padre.

Si asumimos que la vida comienza una vez que el óvulo y el espermatozoide se unen y fecundan, pues el aborto sin duda alguna es un asesinato pues atenta directamente contra la vida de otro ser. Si nos consideramos defensores de los derechos humanos ¿Cómo podríamos estar de acuerdo con el aborto? ¿No estaríamos siendo incoherentes? Quienes juegan a ser Dios siempre pierden y en el caso del aborto el fracaso es mayor pues Dios es un Dios de vida, no de muerte y él nunca va contra sí mismo.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

Vicio al vicio, placer al placer

Keilma Rojas

Cada ser humano es único, cada cabeza es un mundo, cada quien hace de su vida un saco y se mete en él, por tanto cada individuo tiene visiones particulares de lo que capta a través de sus sentidos. Con frecuencia coincidimos con otras personas sobre la manera de ver y vivir la vida y estas coincidencias nos han permitido tener un mínimo de acuerdo para convivir.

Le hemos puesto nombre a las cosas, a los acontecimientos, a todo aquello que percibimos. Incluso lo que no está o asumimos que no está lo llamamos: nada. Una de esas cosas en la que estamos de acuerdo es las definiciones de ciertos términos como vicio y placer. Decimos que vicio es la afición excesiva por algo que nos perjudica y al hablar de placer nos referimos a una sensación agradable por algo que nos satisface.

Se puede decir entonces que, por definición, vicio es vicio y placer es placer. Sin embargo, hay quienes consideran que lo que para unos ojos es vicio, para otros es placer. Unos sostienen que no puede producir placer algo que te destruye, algo de lo cual eres totalmente dependiente, que te maneja a su antojo y en muchos casos te puede llevar a la muerte. Otros dicen que somos un mundo de diferencias y las interpretaciones de lo que es vicio y placer varían de un individuo, o grupo de individuos, a otro.

El vicio no puede ser placer en ningún ojo porque te deshumaniza, te degrada como persona, te hace caer una y otra vez a los pies de una droga, de un juego de azar, etc. El placer te hace sentir bien sin pedirte a cambio tu humanidad para convertirla en porquería. Vicio y placer seguirán siendo lo que son, lo que puede cambiar son las acciones que se consideran vicio y las que se consideran placer pero siempre bajo las premisas de que el primero te destruye y el segundo no.

El texto va dirigido a aquellos individuos que consideran que vicio y placer son términos relativos.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

sábado, 12 de julio de 2008

Espejos Sinceros

Carla Alvarenga

La necesidad de vivir y sentirnos acompañados, no es lo mismo que vivir en sociedad, pues esto último vendría siendo estar rodeado de personas y reglas, pero no de sentimientos ni seres queridos1.

La formación de un grupo, de un grupo familiar, de un grupo de amigos, es un proceso de selección mucho más complejo que el de socialización, a pesar que ambos se realizan por necesidades naturales del hombre, la socialización es un proceso de inserción, mientras que la formación y acoplamiento de un grupo, es una cuestión de selección, preferencias y afinidades específicas.

Los grupos crean vínculos fuertes entre sus integrantes. Lazos especiales y únicos que a su vez caracterizan la interrelación entre los miembros del mismo, creándose así, consciente o inconscientemente ciertas diferencias dentro del grupo como tal. Estas diferenciaciones, cuando se habla de grupos, son producto de la confianza y se entendería la palabra en un sentido más unificador que discriminatorio.

La relación e intimidad de un grupo se ve contrarrestada con la falta de privacidad que existe dentro del mismo, como muy bien lo expresa el coloquio: “la confianza da asco”2, y esta es una frase que se usa generalmente al momento de sentirse tan de los demás, en ese momento que entre bromas y chistes se usan las intimidades de alguno, de uno mismo; en el momento en que los otros se dan cuenta de una relación bajo cuerdas, de un resuelve interno; en esos momentos en los que el respeto parece dejarse a un lado, y los juegos perversos y crueles son los preferidos por los miembros del grupo, juegos perversos que pueden verse como degeneraciones de la amistad o la relación, pero que en realidad son producto de la confianza y la intimidad a la que han llegado esos lazos desarrollados y seleccionados por cada uno de los miembros del grupo.

Los grupos “son un mal necesario”3, como lo preferirían definir algunos, pero es que esos “juegos perversos”, que pueden verse como torturadores, son los que ponen dinamismo al día a día, a la relación, son experiencias que hacen crecer, que dejan conocer, que profundizan los lazos y dejan ver las verdaderas intenciones y sentimientos. Son juegos, bromas que dan luces de lo serio. Perversidades, maldades que resumen intenciones y cariños, que reflejan lo íntimo y buscan hacerse público para dejarse conocer, dejar ver el grado de confianza y hasta dónde han llegado o pueden llegar.4

Los juegos perversos entre los miembros de un grupo son el reflejo de los lazos hechos, de la calidad y profundidad de esos lazos, son espejos sinceros.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2006)

Deformación Ventiúnica

Carla Alvarenga

La inserción masiva y protagónica de la mujer en las sociedades, sobre todo las occidentales, ha sido el motor de lucha de un gran movimiento revolucionario, como lo fue y sigue siendo el feminismo. Sin embargo el significado heredado por las últimas generaciones de féminas, parece estar algo desviado, y es que mientras para las grandes figuras protagónicas de este movimiento a nivel mundial, la meta y el ideal eran lograr un papel importante y reconocido en todos los sectores, un trato digno de ser humano activo y no el de uno meramente reproductivo y servicial, para la inmensa mayoría de los que viven este siglo XXI el feminismo se ve representado más que en una gerencia espléndida, una estudiante reconocida o una atleta insuperable, en mujeres que compiten con los hombres en base a la tolerancia etílica o a la capacidad sensual-sexual. La liberación y representación de la mujer es confundida con el libertinaje y la igualación, el concepto y uso de la palabra feminista está siendo deformado.

Para muestra un botón

Si un hombre en este siglo de la abundancia cromosómica XX, que ha sido criado a lo venezolano donde la hombría se encuentra exclusivamente metida entre las piernas de una mujer, y donde la belleza femenina es abrumadora (artificial o no), creer que siendo él tan pícaro, inteligente, cariñoso, caballeroso… se va a pasar el switche de hombre comprometido en medio de un grupo homogéneo y amistoso, integrado por algunas bonitas, carismáticas e inteligentes mujeres, con quienes sale frecuentemente además de compartir un alto número de horas diarias; y que lo va a hacer dando muestras de la inmensa fuerza de voluntad que tiene, del amor por ti y por lo que han construido, sin tomar en cuenta sus hormonas y deseos, esos mismos con los que te cautivó y que lo han caracterizado; es un pensamiento mucho más que casto. Más aún, si hay una en especial que resultó ser la más inteligente, colaboradora y chévere de todas, con las que los mensajitos fluyen hasta altas horas, y a quien frecuentemente se le daña el carro, necesitando de su bondadoso auxilio y compañía, esa misma que no se escapa de mencionar en cualquier conversación y que cuando conociste, o mejor dicho viste, resultó ser la más simpática del grupo, a la que todos llamaban, abrazaban, buscaban... Dicen que las apariencias engañan, sólo hay que ser realistas y recordar que para muestra, un botón.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2006

El pecado original del periodista

José Court

Una de las primeras ilusiones juveniles que se desvanece en cualquier escuela de periodismo del mundo es la relativa a la objetividad. Sin duda, es vital exigir a los estudiantes de esta carrera que descarten de plano cualquier fantasía de perfección teórica imposible de trasladar a la práctica noticiosa. Ciertamente, esto no sólo aplica para el ámbito de los servidores públicos de la información, sino también a los restantes trabajadores del área social. No obstante, los peligros de creer en este ideal del método científico positivista son mayores en quienes cumplen la labor de construir la noticia, pues puede desviarlos de su verdadero propósito. Por ese motivo, es de suma importancia señalarles cuanto antes el pecado original de su nacimiento profesional: la subjetividad.

De lo antes expuesto muchos han tomado conciencia y ya evaden la idealizada palabrita. Ahora se emplean términos un tanto diferentes: veracidad y equilibrio informativo. Desafortunadamente, el cambio no es realmente sustancia, pues con los dos conceptos surgen problemas similares.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, veraz es todo aquel “que dice, usa o profesa siempre la verdad”. Sin que se den muchos rodeos al asunto, es fácil notar su franca imprecisión. Volvemos al punto anterior, ¿cuál es la verdad?, ¿quién puede juzgar lo que es verdad y lo que no? Primer punto: la verdad no existe, pero nadie puede acceder a ella, sino aproximarse tímidamente. Segundo punto: ni los periodistas, ni los gobiernos, ni el público pueden escapar de su subjetividad, por lo que ninguno posee autoridad alguna para decidir cuál es esa deseada verdad. Como puede verse, nada nuevo bajo el sol nos ofrece la veracidad.

Un caso similar se produce con la denominación “equilibrio informativo”. En líneas generales, ésta propone a los medios y periodistas que presenten la mayor cantidad de puntos de vista sobre la realidad a la hora de construir noticias. Es verdad que parece aceptable a primera vista, pero sigue sin resolver el problema, ya que, a fin de cuentas, todavía tendría una influencia la visión del periodista. Dependería de su propia interpretación la tarea de jerarquizar, organizar y estructurar la información.

En otras palabras, con la objetividad, la veracidad y el equilibrio informativo se anda caminando por distintas zonas del mismo campo minado. Si se observa con cuidado, cada una de estas alternativas podría ser rebatida con argumentos bastante semejantes. En ese sentido, pretender establecer matices no luce demasiado necesario a la hora de reflexionar sobre estos tres aspectos.

No nos llamemos a autoengaño. Narrar y describir una protesta de trabajadores, una medida gubernamental o una decisión del bando opositor jamás podrá tener objetividad. Ante todo, el periodista es un ser humano y, como tal, tiene creencias combinadas con prejuicios, las cuales ejercen una presión de ancla que no se puede deslastrar. Su interpretación de los fenómenos estará marcada por ambas variables y, en consecuencia, distorsionará la versión que divulgue a la sociedad.

Otro factor de peso radica en que el reportero también es un ciudadano de un país y del mundo. Es evidente que se encuentra dentro de la esfera de la historia y no está en condiciones de salirse de ella. Al ser un individuo en condiciones de votar, opinar o tomar posiciones, no se diferencia mucho del resto de los habitantes de una nación. Sus intereses individuales están en juego, así como los de su familia y los del medio en que trabaja, sea cual sea. En cierta manera, forma parte de su mismísimo ambiente laboral. Un jugador en la banca de un equipo de fútbol jamás podrá narrar el partido con equilibrio; lo mismo sucede con un periodista venezolano en Venezuela o uno estadounidense en su tierra natal. El primero puede estar a favor del gobierno o en su contra. El segundo puede ser republicano o demócrata. Eso sin contar los que no se enmarcan en ninguno de esos bandos.

Eleazar Díaz Rangel, durante una charla en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, afirmó tajantemente su confianza en el equilibrio informativo, basándose en su experiencia como director del diario Últimas Noticias. “Yo sí creo que en el equilibrio informativo”, aseguró. Para ello, comparó la cantidad de noticias que apostaban por un sector y las que hacían otro tanto con el contrario. Efectivamente, en su medio había cierta proporción entre aquellas “pro-gobierno” y aquellas “pro-oposición”, en especial si se lo comparaba con El Nacional, medio opositor, y Vea, medio oficial. No en balde los numeritos, la garantía de información veraz sigue sin ser garantizada. El equilibrio no se da solo cuantitativamente, sino además cualitativamente en la construcción de cada noticia, en los verbos y en los adjetivos, en las descripciones y los relatos, en la selección de tales o cuales declaraciones, entre otros elementos constitutivos de la noticia. Sin cuestionar el esfuerzo del reconocido investigador, no se puede zanjar con cuentas aritméticas un problema de basamento humano.

Y es que ni siquiera las matemáticas tienen su garantía de precisión y verdad absoluta. Como ya lo dijo Heisenberg con su Principio de Incertidumbre, “lo que estudias, lo cambias”. El número pi siempre será una aproimación, por más decimales que se le saquen. Si esto aplica para la más precisa de nuestras ciencias, ¿qué quedará para la interpretación de nuestra cada vez más compleja realidad social de subterfugios, engaños mutuos y acuerdos debajo de la mesa?

Para los sueños de un recién llegado a una escuela de periodismo, resulta un duro golpe, casi cruel, llevarle de sopetón a una situación de desequilibrio informativo, subjetividad y poca veracidad. Sin embargo, ¿qué remedio le queda a uno si no es asumir las cosas tal y como son? Uno podría no querer decírselos, mas eso traería consecuencias nefastas en su desempeño profesional. Bajo la premisa de la imparcialidad, esos próximos periodistas podrían creer en la existencia de una única verdad, nada más y nada menos que la suya. A lo largo de toda la historia y por individuos que creen tener la razón, se han cometido gran parte de los errores de la humanidad. Mejor que trabajen con los pies en la tierra, conscientes de sus limitaciones, para así poder darle a la población algo que se acerque lo máximo posible a la verdad, sin que se le presente como la realidad pura. Valdrá la pena el intento.

En el caso del resto de los mortales que no son reporteros y que quieren aproximarse a una cierta comprensión de lo que sucede en su entorno, no queda otra cosa que sugerirles que tomen un papel activo y hagan una lectura plural de los diarios a su alrededor. Será la mayor proximidad que podrán tener con la realidad y la objetividad. Pero cambiemos el ángulo del prisma, no seamos tan fatalistas. Pensándolo bien, se está mejor así, puesto que, a la hora de la verdad, la subjetividad de los sentimientos es la que nos hace humanos. Y eso es preferible a la fría objetividad de un robot.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

Jugando con la vida

Rafael A. Martínez

Uno de los temas que ha causado muchísima polémica en nuestra sociedad es el tema del aborto. Es tanto el efecto que causa que incluso el Papa de la Iglesia Católica habla de ello. No es para menos. El aborto no es un juego en el que cualquier mujer pueda participar. Existen muchas consecuencias tanto morales, sociales y físicas que ello deriva. En primer lugar tenemos que pensar en que al realizar un aborto, estamos eliminando la posibilidad que tenía una persona de vivir. Estamos hablando básicamente de un asesinato. Justamente este tipo de argumentos son los que la Iglesia ha utilizado para descalificar este tipo de actos, alegando que la vida comienza cuando se une el espermatozoide con el óvulo.

El tema del aborto en realidad debe tratarse con especificidad, ya que hablar del mismo con generalidades nos lleva a un círculo de contradicciones que no nos lleva a ninguna conclusión. El aborto es un acto que, si bien no debería ser legalizado para todo aquel que simplemente desee no tener un hijo, debería ser considerado en algunos casos bastante determinados. Ejemplo de ello son los casos de malformaciones o enfermedades genéticas del embrión o feto. Cuando se tiene conocimiento de que un bebe, al nacer, va a tener complicaciones físicas o psicológicas bastante acentuadas: síndrome de Down por ejemplo, la cual puede traer graves problemas a la persona y su familia a futuro. Otro ejemplo serian los casos de violación, en los cuales a la víctima le resulta un grave problema psicológico el tener que conllevar la responsabilidad de un acto que ella no deseó en primer lugar. Claro está, el aborto se debe presentar para todos los casos como una opción, no como obligación, ya que existen casos de mujeres que deciden tener a sus hijos a pesar de saber que tiene algún síndrome, por ejemplo.

Claro que esta práctica posee riesgos a la salud de quien lo practica. La mujer que se somete a esta intervención corre el peligro de tener dificultades para quedar embarazada más adelante, incluso puede quedar estéril. Puede contraer infecciones, complicaciones menstruales, y muchísimas otras cosas, incluyendo la muerte. A pesar de todas esas complicaciones, todavía hay muchas mujeres que optan por practicar el aborto para deshacerse de un embarazo no deseado, simplemente porque en primer lugar no se cuidaron, o por simple ignorancia sobre los métodos de prevención. En fin, excusas tontas para justificar una práctica de tanto riesgo, y que sólo se debería permitir en casos extremos, ya que consiste básicamente en jugar con la vida de otros, y con la de uno mismo.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

De la creencia en lo increíble

Rafael A. Martínez

Es increíble como algunas personas pueden cegarse de manera completa siguiendo algunas religiones. La creencia en ellas resulta ilógica, ya que narran acontecimientos comunes, pasados, presentes y futuros, agregándole elementos maravillosos y fantásticos: gente que camina sobre el agua, o algún hombre que sube a los cielos y visita a los dioses. Las religiones no nos explican la realidad utilizando la verdad. La única religión que deberíamos seguir es la ciencia, ya que ella es la única que logra explicar cómo funcionan todas las cosas que nos rodean utilizando métodos que pueden ser comprobados y repetidos por cualquiera que siga los pasos como se indican. En cambio muy poco de lo indicado, por ejemplo, en la Biblia o en el Corán se puede realmente comprobar. Ejemplo de ello lo tenemos en la historia sobre la formación de la vida en la tierra. La Biblia describe la creación de todo lo existente por parte de una entidad desconocida pero todopoderosa, que en tan sólo 6 días realiza todo el proceso de creación sin problemas. De ese proceso no hay ninguna clase de prueba. En cambio la ciencia propone la teoría de que toda la creación se realizo por fuerzas existentes en la naturaleza durante mucho tiempo. De ello existen numerosas pruebas, e incluso muestra elementos que niegan la teoría creacionista de la iglesia, ya que ella nunca menciona la existencia de dinosaurios, por ejemplo, ni tampoco la existencia de otros planetas y estrellas, cosa que la ciencia sí explica. También propone cosas sin explicación, como la existencia de un lugar de descanso eterno, que se encuentra disponible después de la vida, pero del cual no hay evidencia que logre comprobarlo. Lo que si indica es una serie de normas que se deben seguir para alcanzarlo las cuales, cualquiera que ponga en práctica termina muriendo (ya que es el último paso para comprobar esa teoría) y sin poder mostrar a otros el resultado de su experimentación. No es el caso de cuando se intenta comprobar la existencia de la fuerza gravitatoria, que no acarrea consecuencias mortales y cuyo resultado es el mismo siempre. A pesar de ello muchísima gente todavía sigue los dictámenes de esas creencias sin pedir explicaciones, y si ellas dicen que algo está bien o mal no se pone en duda. Incluso algunas religiones indican que está bien matar a otra persona, e incluso los recompensa por hacerlo siempre y cuando la causa sea la defensa de sus creencias, en contra de los “infieles”. Muchas de ellas son sandeces creadas para controlar a la población, a la cual incluso las normas se les indican de manera directa. Ejemplo de ello son los mandamientos, los cuales nos indican que hacer y qué no hacer, poniendo como castigo algo sin comprobación como “el sufrimiento eterno”. En cambio la ciencia simplemente nos lleva hacia la explicación razonable de nuestro mundo, sin pasar por la fantasía ni inventar cuentos fantásticos.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

Feminismo vs. Patriarcado

Vanessa Izaguirre

Tradicionalmente el hombre ha dominado el mundo. Desde la antigüedad, las mujeres han quedad relegadas a un segundo plano, a un rol subordinado al hombre, llámese padre, hermano o esposo. Si bien el movimiento feminista, por medio de luchas incansables a partir de finales del siglo XVIII, ha logrado superar muchas de las injusticias que se cometían contra la mujer, también es cierto que aun en la actualidad existe una discriminación de géneros, en mucha menor medida, pero existe.

Parece increíble pensar que en el pasado las mujeres prácticamente no existían para la sociedad, no tenían derecho a opinar, a votar o incluso a aprender. En todos los períodos históricos la mujer era considerada un accesorio, un adoro, tal como una cortina o un florero. Cuando la mujer comienza a darse cuenta de la opresión que sufría, es cuando empieza a criticarse el machismo y se gesta una serie de cambios que le dan a la mujer mucha más participación en la sociedad como el derecho al voto, a la propiedad o al trabajo.

Sin embargo, los logros del movimiento feminista no han terminado, el camino por recorrer es largo, pues, a pesar de la inclusión y de la cantidad de leyes que existen para consagrar nuestros derechos, en ninguna sociedad existe un salario paritario entre hombres y mujeres, por ejemplo. Tampoco se ha eliminado violencia conyugal, ni se ha logrado que se tome en cuenta el trabajo en el hogar o que las mujeres ocupen más cargos de poder. Las féminas, de una u otra forma, siguen subordinadas al varón, a causa de la estructura patriarcal dominante en la que muchos hombres y todavía más mujeres contribuyen a mantener.

Aunque la palabra machismo ha comenzado a ser mal vista por la sociedad en general, lo cierto es que el patriarcado permanece y se sostiene férreamente, manifestándose hasta en el más mínimo detalle, pues influye marcadamente e incluso condiciona el comportamiento de las personas. Y es que cuántas veces no hemos escuchado comentarios como: “A esa la ascendieron porque se acostó con el jefe” o “Tu única meta debe ser formar un hogar, esa es la realización máxima de la mujer”. O cuántas veces no hemos presenciado conductas discriminatorias contra la mujer, como el hecho de no darle un puesto de trabajo por el simple hecho de estar embarazada. Casos lamentablemente bastante cotidianos y que marcan la vida de toda mujer.

Es por ello que, en la actualidad, cuando las mujeres tenemos mucha mayor capacidad de acción, creo que es el momento de generar cambios que nos favorezcan, pues no se trata de decirse feminista de la boca para afuera o de sentirse superior a los hombres. Se trata de gozar de una igualdad de oportunidades y de trato, que la teoría se lleve a la práctica. Pues es un hecho que las mujeres son tan capaces y merecedoras como el hombre de asumir el compromiso que se propongan. Lo ideal sería aceptarse y convivir en las diferencias, pero sin que estas condicionen o impidan el crecimiento de la mujer como persona o como profesional.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

martes, 8 de julio de 2008

...y el Cerezo dará frutos

Yimmi Castillo

Todo el barrio de La Vega se consternó por el asesinato vil y criminal de Danilo. Esa noche, un criminal le cegó la vida con premeditación y alevosía, nos arrancó un hermano, una persona que como todo ser humano tuvo sus errores, pero que en definitiva fue alguien importante en las vidas de todos los que le rodeamos. Muestra de ello fue el concurridísimo sepelio, y la no menos tumultuosa sepultura de sus restos.


Sus familiares y amigos en medio de llanto y dolor clamamos justicia, todos sabíamos quién había sido el asesino. Pero nuestros gritos de angustia y de rabia no fueron escuchados. Danilo se fue para siempre y nos dejó el legado de su obra comunitaria, y el sueño truncado de verlo triunfar como el excelente músico que siempre fue.

Danilo Cerezo fue asesinado por una bala criminal en un no muy lejano mes de octubre del año 2000. Fue asesinado a sangre fría, a pocos metros de su casa cuando salía de una fiesta cercana, su único pecado: ser primo de una “culebra”. “Tu tambien eres un Cerezo” le dijo el asesino antes de dispararle justo en la sien, mientras Danilo de rodillas clamaba por su vida.

Danilo era cantante, baterista, guitarrista, bajista, actor de teatro, catequista en la parroquia La Vega, buen amigo, excelente compañero.

No señores... Danilo no fue fiscal de la república, Danilo no tuvo una tendencia política extremista, Danilo no fue asesinado con una bomba en su carro, ¡Danilo, no tenía carro! Danilo murió y ningún medio reseñó su muerte, el asesino anduvo suelto mucho tiempo, porque los cuerpos policiales no se abocaron de manera incansable a capturarlo. El Presidente no declaró luto nacional y ningún medio colocó una franja negra a una esquina de sus pantallas.

Danilo fue llevado a la Iglesia de la parroquia, donde centenares de amigos le dimos una merecida despedida, sus restos fueron sepultados en el Cementerio General del Sur en medio de cantos y toques de tambor, en medio de llantos y melodías tristes, cantos y llantos que no cesaban aunque ya no quedaba voz.

Danilo Cerezo fue asesinado, y si usted amigo lector, no se enteró, fue simplemente porque Danilo Cerezo no murió en una marcha a Miraflores, ni estuvo en la Plaza Altamira, no asistió a las marchas de Los Ilustres ni a la de las antorchas. Danilo Cerezo no fue Chavista ni “escuálido”, no ocupaba un cargo político o en algún ente público o privado, Danilo Cerezo, al momento de su muerte, estaba desempleado.

Danilo yace bajo tierra, y en su tumba crecerá un enorme Cerezo, y cuando esto ocurra, este humilde aprendiz de Comunicador Social espera que no haya necesidad en este país de ser alguien “importante” o “políticamente conveniente” para que la sociedad entera clame por la justicia y el cese de los asesinatos en el que fue mi barrio por muchos años, ni de ningún barrio de Caracas o del resto de Venezuela. Todos somos Venezolanos, y más importante aún, todos somos seres humanos, tenemos historia propia, familia y una misión que cumplir en la vida, y nadie, absolutamente nadie tiene derecho a quitarnos la oportunidad de terminar esa misión, así nuestro apellido sea Anderson o Cerezo.


2005 (A propósito del 1° aniversario de la muerte de Danilo Anderson) No realizado en la academia.

Metralla de Palabras

Yimmi Castillo

El manejo del discurso es una arte que pocos dominan. La capacidad de influir y provocar reacciones en los demás mediante las palabras es un don que pocos tienen, y menos aún los hay quienes lo saben usar.

El arte de convencer con las palabras permite al orador provocar reacciones deseadas en el auditorio, crear en el otro cierta predisposición, favorable o no, al tema que se está discutiendo. Es un don manipulador y peligroso, que muchas veces puede herir y hasta matar si así se desea. Es una lucha por atraer el mayor número de audiencia posible, donde a veces se libran batallas despiadadas por tener el dominio. Una especie de imperialismo de conciencias y de opiniones.

Muchas veces nos encontramos con oradores que tienen puntos de vista encontrados, y que provocan confusión en la audiencia, al tener dos personas con un excelente dominio de la palabra y que usan argumentos tan convincentes que nos es posible decidirse por quién inclinarse. Usan el discurso de tal manera que neutralizan el discurso del contrario y así sucesivamente. Puro canibalismo intelectual.

El uso correcto de las palabras nos abre una gran oportunidad para influir en los demás, para neutralizar opiniones contrarias e inclusive para corregir errores propios. Es el don supremo del ser humano, es lo que nos da el dominio, no solo sobre la tierra, sino también sobre la humanidad. Es el arma del inteligente: una metralla de palabras.


(1er semestre - Castellano I - 01-2004)

Lado B

Yimmi Castillo

En un reportaje aparecido en el periódico juvenil URBE hace unos años, se tocó el tema de la bisexualidad. Allí, un sexólogo opinaba sobre el tema indicando que, de llegarse a eliminar el peso moralista en las sociedades, la orientación natural del ser humano sería abiertamente bisexual.

La bisexualidad existe. Era de hecho un modo de vivir totalmente aceptado en la antigua Grecia, cuna de nuestra era, y en el imperio Romano. Luego, con la llegada de la corriente moralista religiosa de la edad media, fue rechazada y condenada, disminuyendo su práctica de forma libre para luego regresar con el Renacimiento.

Los años 60 fueron también época dorada para todo tipo de práctica sexual, incluida la bisexualidad, y con la llegada del SIDA a finales de los 70’s, nuevamente desaparece.

Hoy en día se ha palpado un auge en la práctica de la bisexualidad, bien sea debido al bombardeo publicitario que nos la muestra a cada momento, o por una especie de apertura social a la homosexualidad, lo importante es que está aquí presente, con nosotros. Las estadísticas lo demuestran, de cada diez mujeres, tres admiten haber tenido relaciones sexuales con personas del mismo sexo, y solo una de ellas admite ser completamente homosexual.

Muchos artistas y personajes públicos, aprovechando esta apertura, han decidido “salir del clóset” y admitir abiertamente sus inclinaciones de tipo bisexual. Ejemplo de ello es la hermosa y talentosa actriz Angelina Jolie, quién ha afirmado ser capaz de hacer feliz tanto a un hombre como a una mujer por igual.

Es algo que tenemos cerca, más de lo que pensamos, tengo muchas amigas bisexuales, con algunas de ellas he mantenido relaciones sentimentales, otras son simplemente compañeras de fiestas en algunos locales “de ambiente” de la ciudad, en donde se encuentran caras conocidas y desconocidas.

No hay que buscar demasiado, y aunque soy partidario de la eliminación de los prefijos en la sexualidad humana, esa amiga tuya, la misma que es novia de tu mejor amigo, y ese mejor amigo tuyo que se sienta a tu lado en clases, en la oficina, en la parada del metro bus, puede que todas las noches salga con su novi@ del mismo sexo.


(1er semestre - Castellano I - 02-2004)

Decisiones apresuradas

Vanessa Hernández

Son las nueve de la noche y un cuerpo esquelético, escasamente tapado por una tela negra, que parece ser un vestido, se mueve lentamente por la Avenida Libertador. La pelirroja, propietaria del cuerpo, lleva un buen rato esperando por un cliente, lo necesita. En su casa hay dos niños que alimentar y el dinero no alcanza ni siquiera para un refresco. Nadie la puede ayudar, el esposo brilla por su ausencia y la familia no quiere saber de ella. Pertenece al “oficio más antiguo del mundo” desde hace un año, cuando una vecina le recomendó que se dedicara a esta fácil profesión. Llega el cliente. La pelirroja sube al carro, esa noche no llega a su casa. Su cuerpo aparece flotando en el Rió Guaire.

La historia de esta pelirroja puede ser la de cualquier otra mujer (incluso la de cualquier hombre) que, por distintas circunstancias, acaban en ese mundo. Le podemos quitar o añadir otro detalle, pero la idea que subyace siempre va a ser la misma: La venta del sexo es un negocio peligroso.

La Ley Orgánica Procesal Penal, en su articulo 381, indica: “Todo individuo que, fuera de los casos indicados en los artículos precedentes, haya ultrajado el pudor o las buenas costumbres por actos cometidos en un lugar público o expuesto a la vista del público, será castigado con prisión de tres a quince meses. El que reiteradamente o con fines de lucro o para satisfacer las pasiones de otro, induzca, facilite o favorezca la prostitución o corrupción de alguna persona, será castigado con prisión de uno a seis años…” No vamos a analizar un articulo que no puede ser más explicito, pero si debemos señalar que si está plasmado en nuestras leyes por algo debería cumplirse (aunque no se haga)

Si entendemos a la prostitución como una fuente segura de ingresos, que favorece las necesidades económicas y los más íntimos deseos sexuales de una persona, sea hombre o mujer, estaríamos simplificando un tema polémico y complejo que en realidad no lo es. En muchos países del mundo también se plantean este dilema. De hecho, ha sido legalizada por algunos estados, tal es el caso de España. Tal vez, podemos ver en esta medida un intento por disminuir esta práctica y sus peligros, después de todo, las cosas prohibidas despiertan mayor interés en los seres humanos, ¿O no?

Irónicamente, en España, las Fuerzas de Seguridad intervienen constantemente en locales nocturnos para rescatar a mujeres que son obligadas a prostituirse. Es decir, que le problema sigue siendo el ejercicio de la prostitución. La incorporación a menores de edad y el riesgo de contraer enfermedades como el SIDA añaden más leña al fuego. En vista de esto ¿Podemos ver en la prostitución un simple y necesario oficio? Acaso, ¿No hay peligros en ella?

La respuesta a todas esas preguntas es un rotundo no. A nadie le gustaría estar en los zapatos de la prostituta o el gigoló, vendiendo día a día el sexo a un nuevo personaje. Lo bueno del sexo queda disminuido a la simple monotonía, al intercambio comercial donde “yo te otorgo placer y tú me das dinero”. Pero, el “yo” no cuenta a la hora del disfrute, ya que el asunto es complacer al cliente para que éste nos de una buena suma de dinero. Una decisión apresurada para lidiar con los problemas económicos.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

El aborto no es un juego

Vanessa Hernández

La lucha que han sostenido las mujeres a lo largo de los años por la igualdad de géneros no ha sido un mero capricho ni se ha quedado sólo en palabras. Al contrario, ha reflejado un fuerte deseo y una actitud constante por defender a un sector al que se ha intentado ignorar. Dicha lucha podemos encontrarla en las páginas de los libros de historia, pero también podemos verla en nuestro entorno. El mal llamado “sexo débil” ha tomado las riendas de trabajos fuertes.

En este sentido, las mujeres y los hombres son, socialmente hablando, iguales. Es precisamente esa igualdad lo que tanto se ha defendido. No puede existir discriminación sexual en el campo laboral ni tampoco se puede desechar la opinión de las féminas en asuntos de interés social. En consecuencia, tampoco se puede rechazar la opinión de los hombres en temas que, para algunos, sólo conciernen a las mujeres. Por esta razón, un asunto controversial como el aborto no puede estar limitado a un sector.

No se puede afirmar que el aborto reivindica los derechos de las mujeres. Una afirmación como ésta elude todas las responsabilidades que puede llevar consigo esa práctica. La legalización del aborto no es un premio a la lucha de las mujeres, tampoco es un problema moral como ha planteado la Iglesia. Es una medida necesaria ante una serie de circunstancias que transforman todo lo positivo, que puede significar traer un niño al mundo, en algo negativo, amenazador y traumático. Tal es el caso de las violaciones, niños enfermos o las situaciones donde este en peligro la vida de la madre.

La Iglesia Católica y algunos movimientos sociales rechazan el aborto, hasta el punto de impedir cualquier clase de dialogo. Se apela al derecho a la vida, al pecado, al delito, en fin, a una serie de argumentos que ven al mundo en blanco y negro, bueno o malo. Si queremos que reine un ambiente justo en torno al aborto, no podemos decir que éste sólo beneficia a las mujeres o que la opinión del sexo masculino es innecesaria. Debemos abrir las puertas a las recomendaciones y a las críticas. El aborto no es un juego y aquellos que defienden los derechos de las mujeres lo saben.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

miércoles, 2 de julio de 2008

Tolerancia cero

Vanesa Izaguirre

Luego de la segunda Guerra Mundial los alemanes que aun apoyaban las ideas de Hitler se vieron acorralados y comenzaron a huir y refugiarse en distintas partes del mundo, principalmente en América. Es así como nace el Movimiento Neonazi, en el que grupos organizados siguen proclamando las ideas del nacionalsocialismo alemán de mediados del siglo pasado.

Dichos grupos radicales continúan utilizando la discriminación como bandera, en pro de la defensa de una raza pura. Lo más preocupante del asunto es que, contrario a lo que podría pensarse, Latinoamérica es un caldo de cultivo en el que militar en estas agrupaciones violentas resulta cada vez más frecuente.

Ahora bien, cabe preguntarse ¿por qué un latino se siente atraído por estas ideas racistas? ¿por qué si somos un pueblo producto de la mezcla infinita de las razas?. Resulta asombroso pensar que, hoy por hoy, existen grupos neonazis formados por individuos que son descendientes de lo que el mismo Hitler llamó un “suicidio racial”, del mestizaje del siglo XV.

Si bien es cierto que en cada país existen variaciones y distinciones conceptuales, es indudable que la máxima de los neonazis es la discriminación de todo tipo. También resulta interesante que cada vez estos grupos vayan tornándose más y más radicales, utilizando la violencia contra todo aquel que consideren “despreciable” o “inferior”. Su principal arma es la agresividad, y su objetivo: sembrar el terror con el fin de conseguir la victoria de la raza blanca.

Los países en los que el movimiento ha tenido mayor acogida son: Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica. Contradictoriamente, en todos ellos la Constitución prohíbe cualquier tipo de discriminación o segregación y las libertades de todo tipo están plenamente establecidas. En esto se escudan los neonazis, la sociedad debe ser tolerante y permitir su existencia, pues es “su derecho”; sin embargo, ellos se encargan de arremeter contra todo aquel que les disguste, bien sea por su religión, color de piel, preferencia sexual o gusto musical. Apelan a la tolerancia cuando su führer es la máxima expresión de intolerancia que ha existido y cuando ellos cada vez se organizan mejor, tal vez buscando al sustituto ideal, el que continúe con la limpieza étnica que tanto añoran.

Sorprendentemente las autoridades de cada nación han catalogado esos actos violentos y racistas como “hechos aislados”, en mi opinión, subestimando al movimiento y su peligrosidad. Pues es un hecho que estos grupos están cada vez más organizados e interconectados gracias al uso del Internet.

En nuestro continente, donde confluyeron blancos, indios y negros, los neonazis se llenan la boca hablando de la “supremacía de su raza, la raza blanca”, obviando por completo que Adolfo Hitler debe estar revolcándose en su tumba al saber que unos “latinos mestizos” pronuncian y difunden sus palabras.


(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)