martes, 24 de junio de 2008

Maltrato pedagógico

Clemente Castro

Cualquier persona puede recordar al menos un caso de aprendizaje (propio o de los demás), en el que éste haya sido precedido por un golpe. "¡Pégale pá que aprenda!”, le decía mi abuela a mi mamá mientras la segunda me perseguía para peinarme. “Es apenas un niño mamá, no le puedo pegar, se puede traumar”, respondía ella y acotaba: “uno le enseña las cosas con calma y él poco a poco va a ir aprendiendo a peinarse”. ¿Aprendí? No. En cambio, yo si recuerdo el haber aprendido las propiedades milagrosas de los vegetales, gracias a una inolvidable profesora, la llamada Dolores Cuchara de Madera.

Los niños, como nuevos habitantes de este mundo, están en un constante aprendizaje de cómo funcionan las cosas a su alrededor: qué es lo bueno, lo malo, lo feo, lo bonito, qué debe hacer y qué puede hacer. Sin embargo, no pueden aprender solos, esta tarea la cumplen los padres de familia, quienes viven frustrados al buscar mil maneras de enseñarle cosas nuevas al infante, el cual, en muchos casos, con el más alto grado de inocencia y descaro, se resiste al aprendizaje.

¿Cómo proceden los progenitores ante esto? Llaman a la profesora antes nombrada, la cual les facilita la tarea increíblemente. Entonces, ¿es correcto y justo pegarles cada vez que se resistan? Bueno, eso no lo sé, posiblemente no, pero sin duda es altamente efectivo y ese es el punto que estoy defendiendo.

Además, no es casualidad que hoy día, el respeto a los demás y de las normas, estén tan debilitados por el método de aprendizaje. Setenta años antes aproximadamente, en la época de nuestros abuelos y algunos de nuestros padres, los educadores les jalaban las orejas o les pegaban con una regla a los niños para afianzar el conocimiento. Esto se veía reflejado en el comportamiento de las personas, y en muchos casos, se ve reflejado en ellos aún, comportamiento del cual, lamentablemente, solo quedan escombros.

La sociedad ha evolucionado, y las formas de transmisión de conocimiento seguirán cambiando sin lugar a dudas. ¿Estoy planteando que es lamentable la pérdida de valores por la falta de golpes? Sí, pero no creo que la solución sea el conservadurismo. Sin embargo, pienso que la máquina denominada sociedad, reúne todos los requisitos necesarios para ser merecedora de unos buenos coñazos.

(4o semestre - Taller de Redacción II - 2008-1)

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