Beledy González
Haciendo un poco de seguimiento a la carrera por la presidencia de los EEUU es evidente que el bipartidismo republicano-demócrata no es lo único que está en juego y que la militancia en un partido determinado no es la única consideración de los electores estadounidenses a la hora de votar.
Los demócratas han hecho historia al tener como precandidatos a Barak Obama y a Hillary Clinton, es decir, una persona “de color” (aunque todos tenemos uno) y una mujer. El resultado fue una dura contienda donde a pesar de mantenerse apegados a los ideales demócratas cada candidato adecuó su discurso a la imagen que representaba. La clase trabajadora negra volvió sus ojos hacia Obama, quien de hecho mantiene el discurso del “American Dream” y el movimiento feminista abrazó la candidatura de Hillary, ¿Qué mejor conquista para el movimiento que la presidencia de una de las naciones más influyentes del mundo, o como leí en un comentario blogero “the greatest nation on earth”?
Al ganar Obama el partido demócrata aplicó una estrategia simple para sumar los votos de Hillary: hacer que ella misma acepte la derrota y convenza a sus seguidores de apoyar a Obama. En un principio no parecía tan difícil hasta que a casi dos meses antes de las elecciones el partido republicano anuncia que la opción de Vicepresidente, para su candidato John McCain, es nada más que Sarah Palin… sí, una mujer. Más que eso, una mujer de férreos valores conservadores y completamente en desacuerdo con el aborto.
A menos de 24hrs del anuncio del partido republicano ya se ha desatado la polémica. Más de un militante de Hillary ha decidido “saltar la talanquera” y votar por McCain, porque si bien una mujer no será presidente por lo menos puede ser la segunda al mando. Esto me hace cuestionar la validez y las bases del llamado “movimiento feminista”. ¿Qué es lo que se defiende? Si conseguir que las mujeres ocupen altos cargos es la meta última, sin importar cuáles son las ideas y las posiciones que defienden estas mujeres, entonces el movimiento feminista es una nueva versión del machismo pero con faldas.
Sólo apoyar a alguien porque es del mismo género, etnia o color de piel es primitivo y sectario. ¿Qué pasó con las ideas? Se supone que los valores demócratas no coinciden con los republicanos. Por lo tanto, cambiar de partido de un día para otro sólo persiguiendo a la imagen femenina demuestra que las ideas son las últimas en la lista y que el “feminismo” no busca un liderazgo basado en las capacidades de las mujeres sino en la imagen de la mujer. Usar a Sarah Palin como propaganda y como estrategia para conservar el voto de los cristianos fundamentalistas es un abuso que no debería ser respaldado por ninguna “feminista”. La efectividad de estas estrategias electorales neo-racistas y neo-machistas es inversamente proporcional a nuestra capacidad de alcanzar una verdadera equidad social donde los individuos sean tomados en cuenta por algo más que su imagen.
Haciendo un poco de seguimiento a la carrera por la presidencia de los EEUU es evidente que el bipartidismo republicano-demócrata no es lo único que está en juego y que la militancia en un partido determinado no es la única consideración de los electores estadounidenses a la hora de votar.
Los demócratas han hecho historia al tener como precandidatos a Barak Obama y a Hillary Clinton, es decir, una persona “de color” (aunque todos tenemos uno) y una mujer. El resultado fue una dura contienda donde a pesar de mantenerse apegados a los ideales demócratas cada candidato adecuó su discurso a la imagen que representaba. La clase trabajadora negra volvió sus ojos hacia Obama, quien de hecho mantiene el discurso del “American Dream” y el movimiento feminista abrazó la candidatura de Hillary, ¿Qué mejor conquista para el movimiento que la presidencia de una de las naciones más influyentes del mundo, o como leí en un comentario blogero “the greatest nation on earth”?
Al ganar Obama el partido demócrata aplicó una estrategia simple para sumar los votos de Hillary: hacer que ella misma acepte la derrota y convenza a sus seguidores de apoyar a Obama. En un principio no parecía tan difícil hasta que a casi dos meses antes de las elecciones el partido republicano anuncia que la opción de Vicepresidente, para su candidato John McCain, es nada más que Sarah Palin… sí, una mujer. Más que eso, una mujer de férreos valores conservadores y completamente en desacuerdo con el aborto.
A menos de 24hrs del anuncio del partido republicano ya se ha desatado la polémica. Más de un militante de Hillary ha decidido “saltar la talanquera” y votar por McCain, porque si bien una mujer no será presidente por lo menos puede ser la segunda al mando. Esto me hace cuestionar la validez y las bases del llamado “movimiento feminista”. ¿Qué es lo que se defiende? Si conseguir que las mujeres ocupen altos cargos es la meta última, sin importar cuáles son las ideas y las posiciones que defienden estas mujeres, entonces el movimiento feminista es una nueva versión del machismo pero con faldas.
Sólo apoyar a alguien porque es del mismo género, etnia o color de piel es primitivo y sectario. ¿Qué pasó con las ideas? Se supone que los valores demócratas no coinciden con los republicanos. Por lo tanto, cambiar de partido de un día para otro sólo persiguiendo a la imagen femenina demuestra que las ideas son las últimas en la lista y que el “feminismo” no busca un liderazgo basado en las capacidades de las mujeres sino en la imagen de la mujer. Usar a Sarah Palin como propaganda y como estrategia para conservar el voto de los cristianos fundamentalistas es un abuso que no debería ser respaldado por ninguna “feminista”. La efectividad de estas estrategias electorales neo-racistas y neo-machistas es inversamente proporcional a nuestra capacidad de alcanzar una verdadera equidad social donde los individuos sean tomados en cuenta por algo más que su imagen.